En When Viola met Vargas, la fuerza visceral del flamenco de Manuela Vargas se entrelaza con la profundidad introspectiva y espiritual del arte de Bill Viola. Las imágenes, suspendidas entre la nitidez y la disolución, reconstruyen el tiempo a través del movimiento detenido. Cada fotografía sugiere un gesto, una estela, un instante que se expande más allá de lo visible, creando un ritmo que dialoga entre lo efímero y lo eterno. La serie de fotografías se convierte así en un relato fragmentado, donde la narración visual se construye a partir de secuencias y tensiones entre imágenes que parecen detenerse y a la vez fluir continuamente.